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Gira presidencial de Arturo Alessandri, 1920

Solapas secundarias

El papel de la prensa liberal moderna en la construcción del discurso de Arturo Alessandri


A pesar de la pretendida neutralidad que caracterizó a los medios de comunicación desde principios del siglo XX, la prensa siguió desempeñando un papel relevante en la discusión política. Ejemplo de ello fue el apoyo que le prestó El Mercurio a la candidatura presidencial de Arturo Alessandri y la difusión que El Diario Ilustrado les otorgó a sus rivales políticos, los conservadores.

Gracias a una red de contactos que construyó antes de la elección, Alessandri logró ser nombrado candidato de la Alianza Liberal. Esto le permitió posicionarse en el ambiente político de la República Parlamentaria y representar las propuestas que generaba la elite para controlar a las federaciones y partidos obreros que irrumpieron en la discusión pública con el estallido de la cuestión social.

Cambiar el modelo económico, mejorar la distribución de la riqueza y aumentar los derechos civiles fueron algunas de las aspiraciones que formaron parte del discurso de Alessandri. Según los hitoriadores Julio Pinto y Verónica Valdivia, en su apuesta convivían el oportunismo político, la promesa de construir un nuevo tipo de Estado y la generación de una alianza entre las distintas clases sociales (2001, 108)

Asimismo, al promover la participación ciudadana de los trabajadores urbanos y mineros para neutralizar las prácticas de corrupción electoral, Alessandri se posicionó como el defensor de la democracia y la justicia social.

Durante su campaña, se valió de una retórica conciliadora que invitaba a mejorar la convivencia nacional y terminar con el enfrentamiento. El escritor José González Vera, testigo de la escena política de la capital, describe el estado de ánimo que producía su figura:

«Alessandri conmovió a Chile más que todos los terremotos juntos y elevó a la gente a un grado de emoción desconocida. Las mujeres, los obreros, los muchachos, durante la campaña presidencial, estuvieron día y noche ante su casa y, en sus pañuelos, llevábanse la tierra del zócalo como amuleto. […] Cada hora, de la mañana a la noche, era llamado por la multitud y él tenía que hablar. Cuando decía la última palabra los proletarios sentíanse ricos. Su palabra era alimento» (1996, 186).

Apenas dos semanas después de ser ratificado como presidente, Alessandri recorrió las ciudades donde cinco años antes había iniciado la campaña de su primera magistratura. La gira, que lo llevó desde Rancagua hasta Tacna, fue una estrategia de propaganda política que sirvió para demostrar su cercanía con los sectores que habían vuelto a votar por él.

Entre el 20 de octubre y el 22 de noviembre de 1920, compartió con su querida chusma en los actos callejeros y masivos recibimientos que se producían en La Serena, Copiapó, Taltal, Iquique, Antofagasta, Arica y Tacna.

También se reunió con quienes habían movilizado recursos económicos y propagandísticos durante su campaña.

Alessandri había utilizado una retórica que enfrentaba los intereses de las elites provinciales con los de la oligarquía santiaguina (Valdivia 1999, 521-522) y ahora tenía que agradecer el apoyo de los poderes locales.

La prensa desempeñó un papel fundamental en el impacto que generó la gira de 1920, en especial las fotografías que sirvieron como prueba del apoyo popular con que contaba el mandatario. Las tomas privilegiaron las recepciones masivas en lugares públicos, como plazas, puertos y estaciones de trenes. Los estudiantes y niños que aparecen en las imágenes dan cuenta de la variedad de actores que participaban en ellas.

Estas locaciones muestran cómo el espacio público se transformó en un lugar privilegiado para manifestar apoyo político, mientras que las oficinas salitreras y obras de construcción son un testimonio del discurso acerca del rol que le cabía al Estado en el mundo laboral. Según Alessandri, los conflictos entre trabajadores y empresarios debían ser mediados por mecanismos estatales de conciliación, y el lugar que les correspondía a los obreros era la faena y no la protesta social.

Los banquetes y celebraciones privadas con los poderes locales también fueron registrados por los reporteros gráficos de El Mercurio, Zig-Zag y, sobre todo, Sucesos, que publicó setentaiséis de las ciento dos fotografías que posee la colección del Museo Regional de Atacama.

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